miércoles, 11 de junio de 2008

La ley de impunidad y guerra.

Que tal que en medio de la segunda guerra mundial los aliados hubieran perdonado o condenado a pocos años de cárcel a los líderes nazis del holocausto judío por colaborar con algo de verdad y dinero diciendo dónde estaban las cenizas de tal o cual judío o algún cuadro de Picasso robado en París.

Que tal Franco en plena contienda mandando para la casa a los republicanos capturados con un salario de pensión.

Algo así fue lo que hicimos en Colombia con la mal llamada ley de justicia y paz.

El error no fue negociar en caliente, como dicen algunos, fue el despropósito de querer otorgar el perdón y el olvido en la mitad de una confrontación bélica que está lejos de tocar fondo. De otorgarlo por tan poco, apenas por una descripción detallada de unos crímenes y la entrega de algunos bienes.

El proceso se justificaba supuestamente al encontrar la verdad sobre miles de muertes sin resolver y resulta que las victimas han tenido no solamente que soportar la gigantesca farsa de mentiras y embustes por parte de los ex comandantes paramilitares, que ni siquiera han mostrado arrepentimiento por sus actos de barbarie, sino que además han tenido que lidiar con las mentiras del gobierno frente a su responsabilidad en muchos de los hechos y en el dinero prometido para la reparación de las víctimas.

El gran contentillo para tontos puede ser el escándalo de la parapolítica. Pero todos sabemos que allí ni son todos los que están ni están todos los que son, mientras que muchos de los verdaderos políticos untados de paramilitares, crímenes y droga, se pasean campantes por ahí.

Como ahora en el derecho colombiano la prueba que más pesa es la palabra de un criminal que ayer no le tembló la mano para descuartizar a un inocente y que hoy le dice a los jueces lo que ellos quieren escuchar a cambio de rebaja de penas y dinero; el lobby por parte de abogados y fiscales para que los paramilitares presos enloden a tal o cual político enrarece aun más el ambiente, pues en muchos casos son más vendettas personales que la búsqueda de la verdad o el esclarecimiento de los hechos. Ellos dicen haber visto, llevado, escoltado a congresistas que luego no son capaces de reconocer y en el cruce de declaraciones algunos legisladores se vuelven omnipresentes al aparecer el mismo día en ciudades diferentes.

Bajo dicha ley de justicia y paz miles de confesos asesinos fueron casi indultados por sus fechorías y se encuentran de nuevo en la calle, recibiendo una mensualidad que no merecen, producida con el esfuerzo de quienes pagamos nuestros impuestos sin matar a nadie. Muchos de ellos están nuevamente delinquiendo reorganizando sus maquinas de muerte y si alguien todavía lo quiere negar es más por ser su cómplice que su inocente defensor.

Pero tarde o temprano tendrán que perseguirlos a sangre y fuego y condenarlos uno a uno por sus atrocidades, pues la conciencia de las víctimas jamás se quedará tranquila mientras el gobierno promueva leyes para lavar los crímenes de paramilitares y militares mientras ellos están condenados al olvido.

Presiento que con el paso de los años esa ley va ha convertirse en el peor error de toda nuestra historia reciente. El segundo error después del que tuvo nuestra clase dirigente al crear esos escuadrones de la muerte para cuidar sus míseros feudos y que todavía se reproducen como la viruela. Los historiadores del mañana conocerán ésta época oscura como el régimen del terror y esa barbaridad jurídica como la ley de impunidad y guerra.

Darío Ortiz, El nuevo día, miércoles 11 de junio de 2008

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Colombia sólamente tiene un líder paramilitar que es el presidente mafioso que tiene. Desde Miami

Anónimo dijo...

Nosotros estamos exiliados por una sencilla razón. Los paras mataron a uno de mis parientes, que casualmente era vecino de finca del entonces gobernador Uribe y Uribe dijo en esa época que seguramente era por ser de izquierda. Curiosament el único clienjte que tuvo esa propiedad supimos hace unos días que es un conocido jefe para. Uno de esos de la ley de éste articulo. Buenisimo.