viernes, 6 de mayo de 2011

Del ensayo primíparo al acto final

Hace pocos días Jhon Jairo Villamil estudiante de segundo semestre de bellas artes de la Universidad del Bosque falleció tras varios días de muerte cerebral luego de hacer un ejercicio de arte contemporáneo en el salón de clase ante las pasivas miradas y las cámaras de sus compañeros de estudio.
El performance es una manifestación artística nacida a comienzos del siglo XX que consiste, explicado de manera sucinta, en realizar una acción en vivo tratando de provocar, asombrar o dejar inquietudes en el observador. Se encuentra ligado al desarrollo del arte conceptual y al Body Art o arte del cuerpo.
En el performance de Jhon Jairo que hacía una crítica a la contaminación bogotana, él se colocó una bolsa de basura en la cabeza que a los pocos minutos le produjo asfixia y el consecuente daño cerebral severo, tras lo cual deviene su suicido involuntario. Su muerte reaviva el debate sobre la utilidad e importancia de éste tipo de acciones peligrosas y deja en entre dicho la formación y responsabilidad de las actuales facultades de arte, aparte claro está de las consecuencias jurídicas que seguramente se derivarán para el profesor y el establecimiento educativo.
¿Había hecho firmar la Universidad una carta de responsabilidad al estudiante Jhon Jairo Villamil o a sus acudientes por el peligro al que le iban a llevar las teorías y procesos pedagógicos de la carrera? ¿Sabían sus padres que estudiar arte podría ser una experiencia peligrosa? ¿Le habían informado oportunamente sus profesores a Jhon Jairo de los riesgos que podría conllevar realizar una acción extrema como esa? ¿ Le habían mostrado los innumerables casos en que este tipo de acciones ha producido muertes, amputaciones o lesiones permanentes? ¿Podrían él o sus compañeros de clase citar algunos nombres de artistas o estudiantes de arte muertos en el “ejercicio” de un Performance? Probablemente no. Probablemente en el Bosque como en las demás universidades se asumen de manera folclórica los riesgos de un acto final, de un Performance extremo.
Son muchos los artistas y estudiantes de arte que han tenido suicidios voluntarios o involuntarios o que han muerto realizando sus obras, desde los suicidios estilo liberación final de Rudolf Schwarzkogler que se lanzó de una ventana, a Bas Jan Ader que se perdió en el Atlántico realizando una acción que consistió en viajar en un pequeño bote a la deriva, o tan absurdos como el de la artista italiana Pippa Bacca que murió recientemente en Turquía violada y asesinada después de varios días de comenzar un performance pacifista en que la joven artista pretendía viajar en auto stop vestida de novia de Milán a Jerusalén.
Muertes todas ellas que parecieran sacadas de una lista de las muertes estúpidas que circulan en internet o que merecerían hacer parte del capítulo de las muertes ridículas de La inmortalidad de Milan Kundera. Sin embargo la pregunta que más me inquieta es si de Jhon Jairo a Pippa Bacca han servido para algo sus experiencias; si la sociedad en general, o el mundo del arte internacional, o tan siquiera la pequeña escena local, frente a las tesis últimas de esos performer, han cambiado en algo después del aparentemente inútil sacrificio de todos esos artistas muertos en el ejercicio de su performance.
A Jhon Jairo Villamil paz en su tumba y perdón a sus irresponsables ideólogos.

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