martes, 17 de mayo de 2011

Carta a un joven pintor

Elegimos éste camino en medio de sueños y esperanzas que nos llevan a tratar de dialogar con hombres que vivieron en otras épocas y lugares y que nos invitan a trazar la ruta de nuestro tiempo para de esa manera hablarle a los hombres del futuro; pero a la vez lo elegimos porque en medio del bullicio del mundo encontramos una música susurrante cuando lo hacemos y el valor del silencio y la paz. El placer que sentimos en medio de las dificultades que representa no ha encontrado palabras en los versos de ningún poeta. Pero no por eso deja de ser tan real, tan tangible y sólido que arriesgamos nuestra frágil existencia humana para gastarla, segundo a segundo, en pos de ese placer lleno de sufrimiento y dudas que representa el arte. Todos los días jugamos nuestro destino al azar de nuestras decisiones pictóricas a riesgo de equivocarnos siempre. Las victorias son tas escasas como escasos los nombres que recuerda la historia entre los que románticamente llaman inmortales. Por ese tufillo de aliento imposible es que cuando nuestro tiempo se haya agotado la única esperanza de no sentirnos derrotados es el de haber sido fieles el mayor tiempo posible a nuestras convicciones, cualquiera que éstas sean.


Como sirenas que le cantan a Ulises muchas voces nos ensordecerán en éste viaje a ciegas, los que te rodean, profesores, amigos y comerciantes, te hablarán al oído seductoramente para señalarte una ruta luminosa que ellos, ciegos totalmente ciegos, dicen ver perfectamente. Nadie se pondrá en tus zapatos ni girará su cara para ver el lugar que estás mirando, pero intentarán guiarte la mano y hasta te pagarán para que los dejes hacerlo. Algunos te condenarán y maldecirán tus naves si no sigues la ruta que ellos te marquen. Cada vez que decides no seguirlos se alzarán hacía ti los fantasmas de la miseria y el olvido. Pero nadie puede afirmar que por seguirlos tu fin será diferente.


No hay gurús, ni mentores, que conozcan nuestros pasos y que nos puedan marcar el itinerario de la felicidad. Y no es que no existan libros en que guiarse, solamente que nuestro libro tiene todas las páginas en blanco anhelando por ser escritas.


No cambies el rumbo que tu corazón te dicta. Nunca cedas en tus convicciones y si tus humanas necesidades te llevan a hacerlo elige bien por quien lo haces, que la causa sea justa y asegúrate que no sea nunca por poco.


Darío Ortiz

No hay comentarios: