martes, 8 de julio de 2008

La paz es de los inteligentes.

Una columna a propósito de la liberación de Ingrid Betancourt


Las palabras amontonadas en la garganta en medio de emociones, dudas, sorpresas y alegrías. La página en blanco y tanto para decir en pocas líneas. Cierro los ojos y al respirar profundo disfruto de esa felicidad contagiosa que ha sido para todos los colombianos el rescate de ese enorme grupo de secuestrados. Es emocionante verlos vivos y oírlos decir su nombre, su rango y sus tristes y enormes fechas de cautiverio.


¡Por fin una operación sin sangre! Sin invadir otro país, sin tiros de gracia, sin muertes dudosas, sin manos cortadas, sin banderas dobladas para madres y viudas. Por fin una victoria únicamente con lágrimas de alegría. Por fin el ejército tuvo su oportunidad de demostrar o acordarse de que está es para proteger la vida de todos los colombianos. Por fin la inteligencia triunfó sobre la fuerza bruta.


Desde hace un tiempo tengo una intuición cada vez más clara, que espero no sea producto de un deseo profundo, la intuición de que el tiempo de la guerra en Colombia ha empezado a terminar. El tiempo de las venganzas sangrientas; el tiempo del cautiverio; el tiempo de los operativos violentos; el tiempo de los civiles pagando autodefensas asesinas; el tiempo de la oposición armada; el tiempo de la muerte, ha comenzado a terminar. Puede que ahora regrese la inteligencia.


Las FARC no entendieron nunca cuanto el mundo cambió tras la caída del muro de Berlín y la caída de las torres gemelas y no tuvieron la agudeza de buscar la paz cuando hace unos años estaban en una posición de privilegio durante el gobierno de Pastrana. Una suma de equívocos los ha llevado a la encrucijada en la que se encuentran. Está claro que un país que necesita cambios económicos y justicia social parece que no los considera interlocutores válidos, porque el tiempo de la guerra ha pasado y los guerreros no quieren darse cuenta de ello.  Con cada derrota de las FARC es evidente el sentimiento de victoria popular que se evidencia en todas partes. Talvez ahora entiendan la débil posición en la que se encuentran.


Ahora cuando media América tiene gobiernos democráticos progresistas, la mayoría de los miembros de la izquierda en Colombia saben que no pueden ser una alternativa real de poder electoral mientras que Alfonso Cano y los suyos no acepten que ya pasó el tiempo de las guerrillas caminantes de América Latina, y por el contrario, sus arbitrariedades, sus crímenes y sus fracasos militares, consolidan en el poder todo lo que ellos dicen querer cambiar. 


Si el ejército al liberar a los secuestrados se acordó que la victoria necesita más inteligencia que fuerza, puede que las FARC en medio de su crisis entiendan lo mismo y se desarmen con lucidez para que la paz regrese  y se pueda fortalecer una oposición democrática. 


Si retorna la inteligencia, la paz, que en Colombia ha sido privilegio de los muertos, puede volver ahora a su cauce natural, porque la paz ha de ser privilegio de los inteligentes ya que la fuerza siempre es bruta.


Darío Ortiz


Jueves 3 de julio, 2008


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