jueves, 10 de diciembre de 2009

La ley es un perro...

Con inusual eficacia la policía nacional encontró y capturó al ya famoso Nicolás Castro, cuyo mayor error en la vida fue hacer público su odio a la familia presidencial por medio de la red de Facebook. Con la imparcialidad que los caracteriza los duros de la legalidad ya aseguraron que el joven estudiante de Bellas Artes es culpable de incitar a delinquir y lo elevaron de la categoría de estudiante a terrorista por buscar páginas de Google.
En los anales de la estupidez humana lo que ha hecho el joven estudiante de bellas artes es una obra de arte. Un súmmum de exquisitos equívocos que hacen de su historia un hecho sin par como lo es toda obra maestra. Hacer una página de amenazas desde los computadores familiares, inscribirse en ella con nombre propio poniendo sus opiniones personales, dejar una confesión escrita en el messenger de una buena amiga confesando su delito, sus intenciones y su seudónimo, pero sobre todo dar sus opiniones en contra de la todopoderosa familia Uribe, que parece que no soporta ni las críticas de la corte suprema de justicia, llegan a un nivel difícilmente alcanzado por el más torpe terrorista musulmán.
Contrario a este seudo terrorista de opereta que deja más rastros que pulgarcito sorprende la eficacia de nuestras redes de inteligencia. No solo por la rapidez con la que hallaron al culpable y recolectaron la totalidad de las pruebas en su contra sino sobre todo por la facilidad con que lograron separar la paja del heno, el grano de café del ripio de la cascarilla. Porque en facebook y en las otras redes sociales hay cientos de páginas de colombianos que incitan a matar pero la inteligencia de la policía supo reconocer rápidamente cual era la que verdaderamente atentaba contra la vida y honra de algún ciudadano colombiano cuyo deber de esa institución es proteger según dice la constitución, - si es que el papá de Jerónimo aun no ha mandado cambiar esa parte-.
Decenas de páginas amenazan con matar, quemar, bombardear, masacrar o espichar a Piedad Cordoba, Gustavo Petro, o al presidente Hugo Chavez que junto con la familia Uribe son los Best Sellers del odio cibernauta. Por lo menos tres de ellas quieren matar a Uribe y en alguna inclusive el que la hace se ofrece de sicario y pide apoyo para poderlo hacer. Sin embargo la sijin supo distinguir la del verdadero criminal: la del peligroso vegetariano estudiante de bellas artes, adicto a la defensa de los animales, autodenominado “Cuervo del Salado” y a quienes sus padres llaman en clave “Nico”.
Ante esa exactitud y eficacia de la Policía puede parecer curioso sin embargo que las denuncias de la senadora Piedad Córdoba sobre sus amenazas, o las del periodista Daniel Coronel, - que dicen que salieron de un computador de un amigo cercano al presidente-, entre muchas otras de personajes públicos, no hayan terminado en investigaciones policiales y mucho menos en publicitados arrestos. Como tampoco tiene la policía capturado el primer ciber-enemigo de los Emos aunque haya páginas de Facebook que califican como deporte matar Emos y que ya tengamos Emos muertos a manos de sus tribus rivales.
Esa eficacia de las instituciones policiales contrasta en un país con tantos miles de crímenes sin culpables, con tantas pruebas y expedientes perdidos de los juzgados, con las mil denuncias de falsos positivos sin resolver. Con tantas denuncias periodísticas al ejecutivo y a las personas cercanas al presidente sin investigar.
En un país donde la fiscalía ha tumbado tantas puertas para hacer cumplir la ley y no pudo abrir la puerta de la oficina del DAS donde estaban las pruebas de las chuzadas a la oposición porque no encontraron la llave el día del allanamiento.
En un país así esta claro que la ley ya no es un perro que solamente muerde a los que tienen ruana como decía Mosquera hace dos siglos. Ahora la ley es un perro que solamente muerde a los que a los Uribe se les da la gana.
Darío Ortiz

Pariódico El Nuevo Día. jueves 10 2009

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