sábado, 6 de junio de 2009

El Polo y sus candidatos derrotados

Pasó el congreso del Polo dejándonos un sabor de nada.
Como se esperaba sólo fue una lucha de vanidades y de egos y una falta de propuestas. Los nombramientos de las directivas y las conclusiones de cómo elegir el candidato presidencial y que ese candidato pueda ser el mismo presidente del partido Carlos Gaviria, no solamente llevan a una división del partido sino que dejan mucho que desear sobre los que viven criticando la falta de aperturas políticas y las falsas democracias.

Hablan de democracia pero no aceptan la decisión de las mayorías y toda contienda electoral es injusta mientras ellos no ganen.

La izquierda democrática en Colombia hace mucho tiempo que debía pasar de la crítica a la acción propositiva y que su propuesta trascendiera su deseo electoral de llegar al poder pues ya es hora que nos expliquen “el poder pa´que”. Desde hace décadas la izquierda se especializó en ser la oposición, en criticar el accionar de los gobernantes y en su manera de dirigir el país. He hizo de eso un negocio. Pero ser crítico es fácil en éste país de criticones lleno de defectos y de necesidades. Sin embargo no muestran formulas de nada, no proponen nada claro para sacar adelante a Colombia y cuando se reúnen sus máximos líderes como en el congreso que acaba de pasar; pierden su tiempo haciendo reformas leguleyas de estatutos y peleándose por la manera de elegir un candidato.

Discutiendo por la candidatura presidencial en una nación donde abundan los pretenciosos presidenciables. Donde cualquiera que lo secuestren, que tenga una víctima en la familia, tres ideas, cuatro pesos o se baje los pantalones en público es una candidato a candidato. Un candidato a vicedespota como decía un poeta.

Mientras tanto en cada rincón de Colombia hay una pequeña parte de esa inmensa franja amarilla de la que hablaba Willian Ospina esperando el momento de ser tenida en cuenta tras siglos de abandono. Franja a la que nada le conmueve porque nada le proponen.

Desde la creación de firmes, luego la UP y más tarde con la reinserción del M19 el país le ha dado a la izquierda poco a poco la oportunidad de acceder a posiciones de poder con precarios resultados. Ha visto, eso sí , que no son los monstruos de los que hablara Laureano, ni alevosos alebrestadotes de la turba a la que en el setenta le temiera Lleras, ni los hombres grises que debíamos tener alejados tras una cortina de hierro. El país ha visto que son personas de carne y hueso que gobiernan desarmados, que son tan criticables y tan corrompibles, y tan clientelitas, y tan débiles, y tan burgueses, y tan lúgubres como los otros que habitualmente eligen a Alcaldías y gobernaciones.

Como la izquierda no ha propuesto nada en dos décadas, cuando llegan al poder nada cambia. Ninguna transformación social están haciendo en Colombia Navarro, Lucho, Samuel o los demás porque les estén dando un pan y un vaso de leche a un niño o porque hayan logrado cobrar muchos más impuestos. No es sacado de un manual de Engels o de Lenín el Pico y placa. No hay una sola medida del Polo democrático en el poder, que haya llevado a la reconstrucción de lo que los expertos llaman el tejido social.

Todas sus peleas y todos sus esfuerzos se han reducido a la manera de como van a elegir un candidato, patrocinada por los amigos del mismo y por los dos o tres ególatras que también se creen presidenciables alguno de los cuales ni siquiera fue al congreso. Peleando por la candidatura de un partido que mientras que no proponga ideas reales y no produzca hechos concretos, no tiene ni la más remota posibilidad de llegar al poder. Y no lo digo yo, que no soy candidato a nada, sino lo dicen sus propias ONG, lo dicen las encuestas, los politólogos y esos que nadie escucha, los millones de anónimos que no van a las urnas pero que necesitan urgentemente una sociedad menos excluyente, menos segregada e inequitativa

En ese congreso del Polo en vez de discutir una clara propuesta programática que gane la conciencia de los electores hasta volverse opción de poder, han discutido la elección de un candidato que antes de ser elegido ya ha sido derrotado.

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