En los primeros meses del año han habido cierto número de encuentros y reuniones como el Séptimo encuentro de Tolimenses que terminó hace pocos días donde se discuten nuestros problemas regionales. Como siempre las conclusiones nos hablan de competitividad por medio de ciencia y grandes negocios y del necesario matrimonio entre la empresa privada, la academia y el estado.
Aunque no asistí a ninguna de esas optimistas reuniones, en las que no fui invitado seguramente por mis posiciones críticas frente a los satisfechos de oficio, me voy a permitir hablar de la industria Gráfica y Editorial, pilar fundamental de la competitividad en el mundo actual; ya que la venta de un producto, la difusión de una idea y el posicionamiento de cualquier marca, depende no solamente de su calidad o de su innovación sino de la idónea publicidad que se haga sobre él y de su correcta presentación a los sectores a los que es dirigido.
Un diario impreso In situ, el editorial regional más prolífico del país, un puñado de revistas así como un número de talleres gráficos y empresas de diseño y publicidad en crecimiento permiten hablar holgadamente de la existencia de una Industria gráfica y editorial. De manera congruente con esa industria la academia aporta con sus carreras de diseño gráfico y publicidad y el Estado con sus no pocas contrataciones a ese sector colaborando con su crecimiento y supervivencia.
Sin embargo los resultados no siempre son los más óptimos o mejor, casi nunca lo son. ¿Porqué? Por un atraso permanente en todo el sector.
Al ver los talleres gráficos encontramos en su mayoría equipos obsoletos que dejaron de cumplir sus funciones en otras latitudes. Se imprime con maquinaria monocolor cuando hace mas de treinta años existe la maquinaria de cuatro y hasta seis colores en otras condiciones de eficiencia y calidad. Los papeles que se usan son papeles nacionales de bajo rendimiento o importados baratos de segunda clase. Todavía se usan planchas y procesos fotomecánicos arcaicos cuando la tecnología digital los arrasó hace ya muchos años y en la mayoría de esos talleres apenas si tienen lo equipos de computador necesarios para abrir los archivos. Todo eso lleva a precarios resultados y a un océano de diferencia entre el producto y la idea, y lo digo conociendo cientos de casos.
¿Pero cual es el nivel de los diseñadores y de los publicistas? Un nivel de un imperdonable atraso tecnológico. Todavía no enseñan en la academia con programas de última generación como debería ser su deber y no lo hacen así porque los profesores no los conocen. Un ejemplo cruel de ese nivel es el de las páginas web hechas en el departamento, son páginas lentas y que fallan constantemente simplemente porque son realizadas la mayoría de los casos con programas incorrectos u obsoletos y con el desconocimiento de procesos eficaces para lograrlas.
Me he sorprendido de lo poco conocida que es la suite de Adobe CS con patentes de 1990 y 2002 cuando ya va en el CS4 con patentes del 2008. Y en tecnología de computadores seis años son un siglo de atraso. Programas como Bridge, Dreamwever, Golive o InDisegn a la vanguardia mundial del diseño ni siquiera circulan en el mercado pirata de Cds en el Tolima, mucho menos van a estar en los computadores de los actuales y futuros diseñadores.
Entonces creo que mucho más allá del optimismo de
Darío Ortiz
No hay comentarios:
Publicar un comentario