En medio de alarmantes cifras de corrupción cada vez más altas y de una clara cultura mafiosa que cree que el dinero, el poder y las armas pueden comprar conciencias, vidas y leyes, me alegra el fallo de la Corte Constitucional que muestra que en este país de extremistas y dementes afortunadamente existen todavía académicos serios y algunos jueces para los que la ley no es un problema de amañados sondeos de opinión, ni sus conceptos son objeto de subastas, de lealtades a jefes políticos, ni de prebendas.
Pese al fallo de la corte no tengo la esperanza de que el país despierte para darse cuenta que no podemos seguir dejando que el presupuesto de la nación se gaste únicamente en enriquecer a los más ricos y en matar gente, pero la alternancia en el ejercicio del poder hace más sana cualquier democracia y si el país de todas maneras quiere seguir en la extrema derecha hay un ramillete de candidatos que están esperando ser elegidos.
Ahora los jueces deberán revisar el accionar de políticos, congresistas y altos funcionarios del estado quienes violaron flagrantemente la ley para imponernos de nuevo a Uribe, y a quienes con perfecto uso de razón volaron hasta 30 veces los topes de los aportes individuales para la financiación del referendo contra todo fundamento de una democracia participativa, porque de ese rebaño de honestos hacen parte banqueros, conocidas personas públicas, contratistas del estado y hasta una importante cadena de radio y televisión nacional.
Ante tanta alegría por la seguridad legal que ha dado la corte, la única tristeza que tengo es que el Referendo no haya sido derrotado en las urnas porque con el desempleo en aumento mientras los bancos ganan cada vez más, con el índice de pobreza y de indigencia modificado a machete por el gobierno y aun así creciendo día a día; con un paramilitarismo cada vez más vivo y una delincuencia organizada haciendo lo suyo; con el dinero del estado repartido inescrupulosamente a los partidarios del gobierno como el Agro ingreso seguro; con las concesiones mineras entregadas contra todo concepto ecológico y contra toda norma; con los negocios de los hijos del presidente en la sabana de Bogotá y los muchos carimaguas de éste gobierno; con los centenares de falsos positivos durante el mandato Uribe sin resolver y con tanto militar de su confianza implicado en masacres; y con los barbaros decretos de la emergencia social condenan a muerte a los enfermos sin plata, estoy seguro que el Referendo, y Uribe con él, perdían las elecciones.
De todas maneras para los que basados en el clientelismo del gobierno apoyaban las muertes selectivas, los falsos positivos y la gigantesca corrupción del estado anteponiendo la palabra seguridad a la palabra democracia, con el fallo de la Corte Constitucional simplemente se les acabó la farsa.
Darío Ortiz
El Nuvo Día, miércoles 3 de marzo 2010
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