A pocos días de que elijamos a nuestros representantes a la Cámara por el próximo cuatrienio es muy poco lo que realmente conocemos de los cincuenta y cuatro candidatos tolimenses repartidos en nueve grupitos de a seis. Con excepción de unas pocas figuras sólidas o semi sólidas, algunas más conocidas por sus escándalos que por sus virtudes, el resto de los candidatos son una masa gaseosa difícil de definir, una suma de nombres que hasta hace pocos días eran desconocidos y que volverán a serlo al otro día de las elecciones.
Mientras que algunos candidatos tienen tapizadas las vías del departamento con sus vallas y las de su partido, con pautas permanentes en prensa y radio, con afiches en las paredes y grafitis en las rocas, a otros nos toca buscarlos en la registraduría para conocerles sus nombres aunque jamás les veremos sus caras ya que el cada vez más complicado mecanismo de elecciones llamado tarjetón ahora ni foto tiene.
Fuera de lo despedidor que es el sistema electoral para todos, las inseguridades que genera y los errores que promete, vamos a elegir nuestro futuro dentro de una lista de seres invisibles como un chance millonario donde marcamos por un lado la lotería y por otro el número ganador. El tarjetón es casi una tabla periódica llena de símbolos y de números donde nos toca marcar algo así como - grupo siete, elemento número 118- para darnos cuenta después, que votamos por un gas noble ( al menos no me salió un gas corrupto) de nombre Ununoctio de características desconocidas.
Por curiosidad, cultura general y por supuesto para poder escribir éstas líneas me tomé el trabajo de imprimir la lista de la Registraduría y de buscar a nuestros 54 candidatos en internet, pero muchos de ellos, como un conflicto kafkiano, solamente aparecen en dicha página de la Registraduría y en la noticia del día de su inscripción. De los que hay alguna noticia diferente son en su mayoría de aquellos que habiendo ejercido un cargo público son coleccionistas de procesos penales y disciplinarios por uso indebido de fondos públicos, parapolítica y demás. Desafortunadamente sólo unos pocos entre los que están Carlos Edward Osorio del partido de la U, Rosmery Martínez de Cambio Radical, Martha Lucia Perdomo del partido verde o Teofila Roa de Mira por citar algunos, han ejercido cargos públicos sin terminar empapelados, han podido estar cerca de las llamas sin quemarse.
De los nueve partidos inscritos, siete de las cuales tienen voto preferente y dos por listas, solamente Mira y el partido de la U tienen una plataforma digital lo suficientemente ágil para informar algo sobre sus candidatos aunque en algunos de los de la U de diferentes departamentos no sale ni la foto. En las páginas web de los otros partidos aparece únicamente la lista escueta de nombres y en la del Polo ni siquiera pude encontrar la lista de los candidatos tolimenses.
Pese a lo gaseosos, invisibles e indefinibles que son la mayoría de los candidatos y de la inequidad democrática que representa el inmenso flujo de dinero de unos contra la precariedad económica de los otros, está muy claro que tenemos mucho de dónde elegir; desde tránsfugas multicolores que estrenan partido como los del PIN o Pedro Pablo Trujillo o Pompilio Avendaño, al que debemos preguntarle de que partido amaneció hoy, hasta las listas de mujeres o candidatas indígenas. Estudiantes, amas de casa, activistas sociales y profesionales de todas las ramas quieren nuestros votos junto a abyectos hampones que más bien merecerían ser candidatos a la cámara de gas.
El Nuevo Día, miércoles 10 de marzo 2010
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