martes, 15 de julio de 2008

¿Guerra o Diálogo?

Parece un contrasentido que mientras buena parte del país cree que la guerra sin cuartel a la subversión bajo el nombre de seguridad democrática es un éxito sin precedentes, el Presidente de la República después de su más publicitado triunfo sobre las FARC anuncie que ha mandado un mensajero para fomentar un diálogo con la guerrilla. ¿Estamos o no estamos ganando la guerra? es lo mínimo que se pregunta la gente frente a ese contrasentido, más aún cuando el gobierno lleva hablando seis años de guerra y no de diálogo.

Que el gobierno cambie de discurso indica que la anunciada victoria definitiva sobre las FARC está mucho más lejos de lo que creyeron al principio los analistas militares y todos los demás guerreristas que rodean a Uribe.

Parece que el problema ahora no es político, ni de ideología ni moral alguna. El problema es simplemente el viejo problema de todas las guerras, el que ha definido la mayoría de las victorias y las derrotas en el arte de la guerra, el problema del costo material del conflicto. “Para ganar la guerra”, rezan los manuales antiguos, “asegúrate de tener recursos ilimitados” y ni las FARC ni el ejercito Colombiano los tienen.

Asegurar los recursos de una guerra larga ha llevado a las FARC a realizar actos delincuenciales muy lejos de las justificaciones normales de un grupo político alzado en armas. La financiación de su costoso engranaje militar los llevó a pasar de los asaltos a la caja agraria a convertir en industria el flagelo del secuestro, y del abigeo de unas pocas cabezas de ganado a cuidar, procesar y vender estupefacientes e inclusive a traficar con armas y Uranio. De la misma manera que el gobierno colombiano subió considerablemente los impuestos para poder triplicar en seis años su gasto militar al pasar de 6.000 millones a 18.000. Cifras enormes, así las disimulen argumentando unos leves porcentajes de aumento anual, pues con ellas somos de los países que más invierten en el mundo en su gasto militar con relación al PIB.

La búsqueda de recursos ilimitados tiene también sus consecuencias. En el caso de las FARC son el secuestro y el narcotráfico, por encima de otros factores, los que hacen que las tengan catalogadas de terroristas, y esa catalogación perjudican la posible ayuda que pudieran tener de otros gobiernos con similares inclinaciones ideológicas. El gobierno por su parte tampoco la tiene fácil. El aumento en gasto militar va en detrimento de la inversión social y el problema social en Colombia es uno de los grandes determinantes del conflicto, pero además de eso hay que tener en cuenta que mientras las FARC pueden incrementar sus formas ilegales de financiación, el gobierno tiene sus límites en la estabilidad económica del país.

Hasta dónde puede el gobierno de Uribe seguir incrementando el gasto militar o sosteniendo los altos índices actuales sin que se le explote la olla a presión en que se ha convertido el problema social y los temas monetario y tributario es la gran pregunta que se deben estar haciendo los analistas, pues el gasto militar debe estar muy cercano del límite máximo ante la crisis económica que aparentemente se avecina.

Por eso es claro que tarde o temprano al gobierno le tocaba ablandar un poco sus posiciones y comenzar a hablar de diálogo, aprovechando su buen momento para forzar una negociación favorable, antes que el cronómetro de la economía marque abruptamente el final del gasto militar.

Darío Ortiz

El NUevo Día, miércoles 16 de 2008

martes, 8 de julio de 2008

Se engorda Botero

Botero era flaco, algo débil, extremadamente delgado en su forma y en su apariencia. No llamaba mucho la atención y apenas se hablaba de él, era discreto, incluso tímido. Una suerte de sueño y bondad sin mayores expectativas. Pero ese lánguido Botero en Ibagué fue creciendo, se alimentó de alegría, de trabajo. Poco a poco se tornó robusto y fortalecido engordando un poco por aquí y otro por allí, alimentado amorosamente por los que lo rodeaban.


Del Botero que hablo no es del gran ciclista antioqueño que ha recorrido las montañas de Europa, no es tampoco el Botero burgomaestre de los Ibaguereños que quiere construir hospitales y escuelas, ni mucho menos el Botero de frente lúcida que  un día se inventó un estilo único en la historia del arte.


Del Botero que hablo que ayer era flaco y hoy es robusto, el que se engorda cada día, el que crece y se fortalece es el Botero del proyecto Botero. Es el evento BOTERO EN IBAGUE que la semana pasada recibió toda suerte de elogios, apoyo y la vitamina económica tan necesaria para poderlo realizar.


El Alcalde de Ibagué, junto al Gobernador, al Ibal, al Nuevo Día, a RCN radio a la Universidad de Ibagué, a la Cámara de Comercio y a otras empresas e instituciones, han comprendido la importancia para todos los tolimenses de traer a Ibagué la obra del más importante artista latinoamericano vivo a nivel mundial.


Ya se hacen planes para que la población menos favorecida económicamente pueda asistir a la muestra. Para que vengan jóvenes de todo el departamento a conocerla. Para que vayan todos los estudiantes de expouniversidad, para que la disfruten también los alumnos de la Universidad de Ibagué. Se hacen planes para que algo de Botero llegue a cada hogar del municipio, para que los profesores de arte de escuelas y colegios reciban conferencias sobre Botero y su tiempo. 


Todo el equipo de empresas e instituciones que apoyan la muestra tendrán beneficios que les permitirán llevar a miles de personas a ver la obra. Inclusive una ruta de bus circular recogerá gente en el centro de Ibagué y las llevará de manera gratuita a Belén para que no tengan que caminar ese trayecto.


Habrá afiches, catálogos, objetos diversos con las obras de Botero en la tienda del Museo que se inaugurará para la muestra. Como los tolimenses de todo hacemos una fiesta seguramente habrá también música, danza y cócteles multicolores. Hasta un avión tolimense probablemente le mostrará al cielo que en nuestra ciudad expone Botero.


El Museo se prepara para el mayor evento de su corta historia mientras Botero en Ibagué se engorda y se engorda con la esperanza de que el acontecimiento quede tan robusto como las obras del gran artista colombiano. Pero falta, falta todavía. Falta que algunos definan su apoyo, falta que otros corran la voz para que todos sepan, falta el apoyo pequeño que enaltece el espíritu y completa el proyecto. Falta que lo vean, lo disfruten, se lo gocen.


Se engorda Botero, se engorda el proyecto, se engorda la cultura, porque los tolimenses  que creemos en el futuro somos su alimento.


Darío Ortiz

El nuevo Día, miércoles, 9 de 2008



La paz es de los inteligentes.

Una columna a propósito de la liberación de Ingrid Betancourt


Las palabras amontonadas en la garganta en medio de emociones, dudas, sorpresas y alegrías. La página en blanco y tanto para decir en pocas líneas. Cierro los ojos y al respirar profundo disfruto de esa felicidad contagiosa que ha sido para todos los colombianos el rescate de ese enorme grupo de secuestrados. Es emocionante verlos vivos y oírlos decir su nombre, su rango y sus tristes y enormes fechas de cautiverio.


¡Por fin una operación sin sangre! Sin invadir otro país, sin tiros de gracia, sin muertes dudosas, sin manos cortadas, sin banderas dobladas para madres y viudas. Por fin una victoria únicamente con lágrimas de alegría. Por fin el ejército tuvo su oportunidad de demostrar o acordarse de que está es para proteger la vida de todos los colombianos. Por fin la inteligencia triunfó sobre la fuerza bruta.


Desde hace un tiempo tengo una intuición cada vez más clara, que espero no sea producto de un deseo profundo, la intuición de que el tiempo de la guerra en Colombia ha empezado a terminar. El tiempo de las venganzas sangrientas; el tiempo del cautiverio; el tiempo de los operativos violentos; el tiempo de los civiles pagando autodefensas asesinas; el tiempo de la oposición armada; el tiempo de la muerte, ha comenzado a terminar. Puede que ahora regrese la inteligencia.


Las FARC no entendieron nunca cuanto el mundo cambió tras la caída del muro de Berlín y la caída de las torres gemelas y no tuvieron la agudeza de buscar la paz cuando hace unos años estaban en una posición de privilegio durante el gobierno de Pastrana. Una suma de equívocos los ha llevado a la encrucijada en la que se encuentran. Está claro que un país que necesita cambios económicos y justicia social parece que no los considera interlocutores válidos, porque el tiempo de la guerra ha pasado y los guerreros no quieren darse cuenta de ello.  Con cada derrota de las FARC es evidente el sentimiento de victoria popular que se evidencia en todas partes. Talvez ahora entiendan la débil posición en la que se encuentran.


Ahora cuando media América tiene gobiernos democráticos progresistas, la mayoría de los miembros de la izquierda en Colombia saben que no pueden ser una alternativa real de poder electoral mientras que Alfonso Cano y los suyos no acepten que ya pasó el tiempo de las guerrillas caminantes de América Latina, y por el contrario, sus arbitrariedades, sus crímenes y sus fracasos militares, consolidan en el poder todo lo que ellos dicen querer cambiar. 


Si el ejército al liberar a los secuestrados se acordó que la victoria necesita más inteligencia que fuerza, puede que las FARC en medio de su crisis entiendan lo mismo y se desarmen con lucidez para que la paz regrese  y se pueda fortalecer una oposición democrática. 


Si retorna la inteligencia, la paz, que en Colombia ha sido privilegio de los muertos, puede volver ahora a su cauce natural, porque la paz ha de ser privilegio de los inteligentes ya que la fuerza siempre es bruta.


Darío Ortiz


Jueves 3 de julio, 2008


VENTANA AL MUNDO

50 obras entre pinturas en gran formato y dibujos en diferentes técnicas, así como la instalación compuesta por una réplica del taller de pintura componen la muestra que durante los meses de junio y julio se exhibirá en las salas del Museo de Arte del Tolima en Ibagué. El texto reproducido a continuación se encuentra en una de las paredes de la muestra.

Ventana al mundo son la vida y los afanes que giran en torno al pequeño espacio de un estudio donde se mezclan las lecturas, los miedos y las sinrazones con el cotidiano ir y venir de personajes pasajeros que terminan actuando e interactuando en la obra. Dice un refrán popular que la vida depende del color del cristal con el que se la mire. En éste caso es el color del mundo visto a través del taller donde se vive, el taller como una ventana para mirar afuera o adentro produciendo una visión subjetiva del entorno. Una narración estética llena de elementos y significados variados


Hace cincuenta años para una crítica como Martha Traba era impensable que un artista narrara, tenía que abandonarse a búsquedas estéticas única y exclusivamente, casi sin mirar al entorno, pues toda alusión a él quedaba en el plano del panfleto narrativo. Y está bien que así fuera entonces, ya que durante siglos el arte se había dedicado a recrear historias de príncipes y hazañas de héroes realizadas por contrato y mirado rápida y formalmente su único tema especulativo eran los rostros de cristo o las visiones marianas. 


Del no narrar se paso al no hacer, de un objeto con contenido se paso a un objeto desprovisto de significados y de allí a un arte completamente no objetual, retornando casi a los tiempos de la Grecia clásica dónde el trabajo manual era cuestión de clase, y lo hacían los esclavos o los pobres, pues hoy en día son muchas las obra de arte que simplemente se mandan a un “pintor artesano”.  Pero la vida depende del cristal con el que se la mire y a pesar de que existen medios tan limpios como el cine, la fotografía y los computadores todavía se puede tomar la elección de afilar el lápiz, trazar una línea o untarse la vida entre colores de aceite y trementina.


Todos los días la parábola vital puede ser la misma, entrar al estudio de pintura, preparar una paleta multicolor y comenzar a manchar telas y papeles. ¿ Entonces qué sucede? Que cambian los acontecimientos externos, amigos y familia mueren o viven entre vicisitudes que podían no tener importancia para el arte antes que existieran los libros de Berger, Camus o Sarte y la conciencia moderna del sujeto, pero que hoy son los fragmentos que terminan componiendo un universo complejo. Aunque, cómo dice el mismo artista, “no se busca cambiar el mundo ajeno sino comprender el propio”.

 

La pintura de Darío Ortiz es una ventana a su mundo. El retrato del taller y sus personajes, de la torre vigía, castillo cueva y cristal, realizado más allá de la especulación conceptual y en dónde complicadas elucubraciones sobre la vida y la muerte, sobre la lealtad y el desamor, hasta las simple impresiones de quien se deja sorprender por el entorno de su propio estudio van a estar allí en las obras que componen la muestra. Convertido todo ello en una narración contemporánea.